Bien provistos con fondos y ofreciendo tasas de interés en un nivel récord bajo, los bancos otorgaron préstamos de manera indiscriminada a los compradores de casas; y los precios de éstas aumentaron con rapidez e hicieron que sus propietarios se sintieran prósperos y felices de poder adquirir préstamos y gastar. Los préstamos hipotecarios se combinaron con títulos y se vendieron y revendieron a bancos de todo el mundo. En 2006, las tasas de interés comenzaron a subir, la tasa de crecimiento de los precios de casas disminuyó y los prestatarios incumplieron con sus préstamos. Lo que comenzó como un goteo se convirtió en una inundación. Para mediados de 2007, los bancos asumieron pérdidas que ascendieron a miles de millones de dólares conforme aumentaba la cantidad de personas que incumplían con sus préstamos. Los mercados globales de crédito se paralizaron y la gente tenía temor de que ocurriera una recesión prolongada de la actividad económica. Incluso algunos temían el retorno del trauma económico de la Gran Depresión de la década de 1930, cuando más de 20 por ciento de la fuerza laboral estadounidense carecía de empleo. La Reserva Federal, con la determinación de evitar una catástrofe, realizó préstamos en gran escala a los bancos en quiebra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario